Las actividades extraescolares potencian el desarrollo de los niños, estimulan su intelecto, les ayudan a socializarse, amplían sus horizontes… La comprobación de sus muchos beneficios las ha convertido en actividades del día a día de nuestros hijos. En los últimos años, se ha extendido el hábito de realizarlas dentro de los propios centros escolares, en horario no lectivo. Es más cómodo, pero se pierde parte del sentido y de sus beneficios, especialmente en el caso de los idiomas, para lo que es muy importante crear un espacio propio.
Cambiar el entorno escolar es una de las principales ventajas de realizar extraescolares. Los niños no solo aprenden a relacionarse con otros niños con sus mismas inquietudes y amplían sus horizontes, sino que aprenden a desenvolverse en entornos nuevos, con otras normas y distintos profesores, reforzando también su capacidad de adaptación y su autonomía.
En el aprendizaje de inglés esto es fundamental. Para aprovechar mejor las propias capacidades y obtener buen rendimiento deben formarse con otros niños de su mismo nivel, frente a hacerlo con los de su misma clase. Esto va a implicar para el alumno una mayor integración en el grupo y le va a permitir avanzar de forma adecuada. Además, realizando el seguimiento y comprobando su adaptación, en el centro especializado existe la posibilidad de cambiarse a otro grupo más adecuado si fuera necesario, dada la mayor disponibilidad de niveles, grupos y horarios.
Estudiar inglés fuera del ámbito escolar de cada día aporta también otra gran ventaja: disponer de un entorno de relación exclusivamente en inglés y asociado a este idioma, para sumergirse en él también a nivel social. Este aspecto es de vital importancia para potenciar la capacitación integral, entenderlo mejor, perder el miedo y adquirir soltura al hablar.
Tener el grupo de amigos de inglés y alentarles a que usen este idioma entre ellos puede comenzar como un juego y convertirse en un hábito que haga del inglés algo propio o, como mínimo, muy cercano.